martes, 10 de septiembre de 2013

La Caída del Muro y la disolución de Unión Soviética (1989-1991)

La Caída del Muro y la disolución de Unión Soviética (1989-1991)

El Muro de Berlín a principios de 1990
A lo largo del verano de 1989, una serie de subterfugios legales permitieron a los ciudadanos de Alemania Oriental pasar a la Europa Occidental: la desaparición de controles en la frontera de Hungría con Austria permitía a los ciudadanos de Berlín Este salir como turistas a Hungría, y de allí a Austria.[137] El Gobierno de Alemania Oriental respondió prohibiendo los viajes a Hungría, solamente para encontrarse con que el mismo problema se reproducía en Checoslavaquia, desde donde los ciudadanos pasaba a Hungría y desde allí a Austria.
El 18 de octubre el presidente de Alemania Oriental Erich Honecker dimitía y asumía su cargo Egon Krenz. Mientras tanto, las protestas se sucedían a lo largo de toda Alemania Oriental, hasta llegar a su cénit el 4 de noviembre, cuando medio millón de personas se manifestaron en Alexanderplatz.[138]
Los ciudadanos de Alemania Oriental seguían llegando en oleadas a Checoslovaquia para escapar a través de Hungría y Austria. La administración de Krenz acabó tolerando este subterfugio y finalmente, para facilitar las complicaciones aduaneras que se presentaban, el gobierno de Krenz decidió permitir a los ciudadanos de Berlín Este a salir directamente por los puestos fronterizos hacia Berlín Oeste. La nueva regulación que permitía los viajes privados entre ambas zonas se iba a presentar el 9 de noviembre, y entrarían en efecto al día siguiente.
Günter Schabowski, el portavoz del SED, tenía la tarea de anunciar estos cambios; sin embargo, Schabowski no participó en las conversaciones que dieron forma a la nueva regulación y no estaba enterado de todos los detalles.[139] Poco antes de la rueda de prensa que se daría para anunciar los cambios, se le pasó una nota con los cambios en la regulación, pero sin ofrecerle más información de cómo gestionar la noticia. En realidad, estas nuevas regulaciones se había completado solamente unas horas antes del anuncio, y deberían haber entrado en efecto al día siguiente para poder avisar a los guardas de los puestos fronterizos- pero nadie avisó a Schabowski de este detalle.[140]
Schabowski, por lo tanto, no pudo hacer otra cosa que leer la nota en voz alta. Cuando comenzó el turno de preguntas, uno de los periodistas preguntó cuándo tendrían efecto las mencionadas regulaciones. Tras dudar unos segundos, respondió que la nueva regulación entraba en efecto de manera inmediata,[140] y siguiendo el turno de preguntas, afirmó que las regulaciones afectaban igualmente a los puestos fronterizos de Berlín Oeste, aunque en la nota que se había leído no se hacía referencia ninguna a la ciudad de Berlín[141]
Los extractos de esta rueda de prensa abrieron los informativos de Alemania Occidental (cuya señal llegaba también a la práctica totalidad de Alemania Oriental) El presentador de uno de los programas de la ARD, Hans Joachim Friedrichs, proclamó "Este es un día histórico. Alemania Oriental ha anunciado que, con efecto inmediato, las fronteras han sido abiertas. La RDA está abriendo las fronteras... los puestos fronterizos de Berlín están abiertos"[140] [139]
Tras oir la retransmisión, los ossis (ciudadanos de Berlín Este) comenzaron a reunirse en los seis puestos fronterizos a lo largo del Muro de Berlín, exigiendo a los guardias fronterizos que abrieran inmediatamente los puestos de control.[139] Los guardias, sorprendidos y sobrepasados por la situación, comenzaron a llamar frenéticamente a sus superiores. En un principio, se ordenó controlar a las personas "mas agresivas" y sellarles el pasaporte de manera que no pudieran volver a entrar a Alemania Oriental (lo que significaba revocarles la ciudadanía). Aún así, miles de personas seguían en los controles fronterizos, exigiendo pasar al otro lado "tal y como Schabowski ha dicho".[140]
Al poco tiempo, estaba claro que ninguna autoridad del Berlín Oriental tomaría la responsabilidad de ordenar el uso de la fuerza letal, de manera que los guardias, superados claramente en número, se vieron impotentes ante las oleadas de ciudadanos. Finalmente, a las 22:45, los guardias cedieron y abrieron los puestos fronterizos dejando pasar a la gente sin apenas control, o directamente, sin pedir siquiera el pasaporte.
La división de la ciudad acabaría formalmente el 3 de octubre de 1990.

La caída de las Democracias Populares en Europa del Este

En 1989, el sistema soviético de alianzas estaba al borde del colapso, y sin apoyo militar de la URSS, los líderes comunistas del Pacto de Varsovia perdieron gran parte de su poder.[135] Organizaciones de base, como el sindicato polaco Solidarność, aumentaron rápidamente su popularidad. En 1989, los gobiernos comunistas de Polonia y Hungría fueron los primeros en comenzar a negociar la organización de unas elecciones libres. En Checoslovaquia y Alemania Oriental las masivas protestas depusieron a los inmóviles líderes comunistas. También cayeron los regímenes de Bulgaria y Rumanía, siendo ésta última la única en la que hubo derramamiento de sangre durante el cambio de régimen.

La ruptura interna de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

Dentro de la URSS, la nueva política de Glásnost acabó por romper los lazos que mantenían a las distintas Repúblicas de la Unión Soviética.[134] La libertad de prensa y la disidencia amparada bajo la glásnost provocó un resurgimiento de la ""cuestión nacional" y provocó que varias repúblicas proclamaran su autonomía de los designios de Moscú. En febrero de 1990, meses antes de la disolución total de la URSS, el Partido Comunista de la Unión Soviética tuvo que ceder el monopolio centralista del poder estatal tras 73 años.[142] Las repúblicas bálticas fueron más allá y proclamaron su independencia total de la URSS.[143]

Disolución final de la Unión Soviética

En un principio, la actitud tolerante que Gorbachov tenía hacia los cambios en Europa del Este, no significaba la misma tolerancia hacia los cambios radicales dentro del territorio del Unión Soviética. La represión soviética que se ejerció en los países bálticos tras la declaración de su independencia, chocaban con la intención del presidente Bush de mantener unas relaciones normalizadas con la URSS, avisando a Gorbachov de que los lazos comerciales entre ambos países se verían gravemente afectados si la violencia continuaba.[144] Sin embargo, la realidad era que el Estado soviético se desmoronaba inexorablemente, hasta el golpe de gracia que supuso el fallido golpe de agosto de 1991. Un número cada vez mayor de Repúblicas soviéticas manifestaba su intención de independizarse de la URSS, especialmente la Rusia, lo que hubiese significado el hundimiento total y caótico de la Unión Soviética. El 21 de diciembre de 1991 se firmó el tratado que creaba la Comunidad de Estados Independientes, que debería ser la heredera legal de la URSS, en la que cada república sería independiente y libre de unirse, y se mantendría una unión muy laxa en una especie de confederación. La CEI acabó siendo el marco donde, según los líderes rusos, se llevaría a cabo "un divorcio civilizado" de las distintas repúblicas soviéticas.[145]
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, se declaró oficialmente disuelta el 25 de diciembre de 1991.[146]

La guerra fría en otras latitudes

América Latina

La intervención estadounidense en la guerra fría se fraguó a través de apoyo político y económico a gobiernos militares de muchos países centro y suramericanos, y que eran en su seno económico y político contrarios a los procesos revolucionarios que apuntaban hacia el socialismo. Un ejemplo de esto lo encontramos en Guatemala, cuando por medio de una intervención de la CIA fue derrocado el presidente Jacobo Arbenz en 1954, interrumpiéndose así el proceso democratizador en Guatemala, e iniciándose un período de dictaduras militares que duraría hasta 1985. Otro ejemplo es el de Chile; con el Gobierno de Salvador Allende, la Unidad Popular fue depuesta por el general Augusto Pinochet, y en la Argentina con el derrocamiento del gobierno elegido democráticamente y de manera popular que derivó en la liquidación de la neonata institucionalidad en manos de sectores conservadores de dicha nación, aduciendo que los movimientos sociales por esa entonces dominantes; eran de tendencia comunista.
Del mismo modo, el intervencionismo del bloque oriental en asuntos más que todo suramericanos se instauró a través del apoyo a diversos grupos guerrilleros en Bolivia, Colombia, Perú y otras naciones centro y suramericanas. Este proceso se inició con el apoyo soviético al régimen socialista implantado por Castro en Cuba, quien a su vez suministró un muy diligente apoyo a las guerrillas que por esa entonces se proclamaban revolucionarias.

Sudeste asiático

(Cronología indicativa):

Guerra fría en África

A partir de 1975, las guerrillas comunistas toman el poder en los países recientemente independizados del antiguo imperio colonial portugués en África (Angola y Mozambique). Iniciaron acciones militares contra Sudáfrica con el apoyo del ejército cubano, que devinieron en auténticas batallas, especialmente en Namibia, ocupada por el régimen racista de Sudáfrica (Apartheid). A partir de 1976 en Etiopía, el ejército soviético y las fuerzas cubanas intervinieron contra movimientos opositores a la dictadura de Mengistu Haile Mariam. El ejército francés entabló acciones de desestabilización, como el salvamento de Kolwezi.

La guerra fría en la historiografía occidental

Hay tres períodos definidos en el estudio de la Guerra Fría en Occidente: tradicionalista, revisionista y post-revisionista. Durante más de una década tras del final de la Segunda Guerra Mundial, pocos historiadores estadounidenses discutieron la interpretación "tradicionalista" acerca del comienzo de la Guerra Fría; la que sostenía que la ruptura de las relaciones fue resultado directo de la violación de Stalin de los acuerdos de Yalta, la imposición de gobiernos adictos a Moscú en la devastada Europa Oriental, la intransigencia soviética y el agresivo expansionismo soviético.
Sin embargo, posteriormente los historiadores revisionistas, especialmente William Appleman Williams en su obra de 1959 The Tragedy of American Diplomacy y Walter LaFeber en su obra America, Russia, and the Cold War, 1945-1968 (1967), señalaron una preocupación pasada por alto: el interés estadounidense en mantener una "puerta abierta" para el comercio estadounidense en los mercados mundiales. Se ha señalado por los revisionistas que la política de contención estadounidense expresada en la Doctrina Truman era equivalente a un intento de culpar al otro. Se indicaba como fecha de inicio de la Guerra Fría a las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki, interpretando el uso de armas nucleares por parte de los Estados Unidos como una advertencia (o velada amenaza) dirigida a una Unión Soviética que estaba a punto de entrar en guerra contra el ya derrotado Imperio japonés. Pronto los historiadores perdieron interés en la pregunta sobre el responsable de la ruptura de las relaciones soviético-estadounidenses, para señalar que el conflicto entre las superpotencias era en cierto modo inevitable. Esta aproximación revisionista al fenómeno de la Guerra Fría alcanzó especial auge durante la Guerra de Vietnam, en la que muchos observaron a los Estados Unidos y la Unión Soviética como dos imperios moralmente comparables.
En los últimos años de la Guerra Fría se hicieron esfuerzos para llegar a una síntesis pos-revisionista, y desde el final de la guerra fría, la escuela post-revisionista ha llegado a ser predominante. Entre los historiadores post-revisionistas más destacados encontramos a John Lewis Gaddis y Robert Grogin. Más que atribuir la responsabilidad del inicio de la guerra fría a alguna de las superpotencias de entonces, los historiadores post-revisionistas se centran en temas como la mutua desconfianza, las mutuas falsas percepciones y reactividades, y las responsabilidades compartidas entre las dos superpotencias. Tomando elementos de la escuela realista de las relaciones internacionales, los historiadores post-revisionistas aceptan la política estadounidense en Europa, como la ayuda a Grecia en 1947 y el Plan Marshall.
De acuerdo con esta síntesis, la actividad comunista no fue el origen de las dificultades en Europa, sino que fue una consecuencia de los destructivos efectos de la Guerra en la estructura económica, política y social de Europa. En este contexto, el Plan Marshall reconstruyó un sistema económico occidental, frustrando el llamamiento político al radicalismo izquierdista.
En Europa Occidental, la ayuda económica terminó con la escasez de divisas y estímulo la inversión privada para la reconstrucción de postguerra. En los Estados Unidos, el plan sacó a la economía de una crisis de superproducción, y mantuvo la demanda por las exportaciones estadounidenses. La OTAN sirvió para integrar a Europa Occidental en una red de pactos de mutua defensa. De este modo, proporcionó salvaguardas contra la subversión, o al menos la neutralidad en bloque. Rechazando la percepción del comunismo como un monolito internacional caracterizado por agresivas alusiones al "mundo libre", la escuela post-revisionista sostiene que la intervención de los Estados Unidos en Europa fue una reacción contra la inestabilidad que amenazaba con alterar el equilibrio de poder en favor de la Unión Soviética, modificando el sistema político y económico occidental.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario